El olvido de la memoria


10 de agosto
Staré Hory (Eslovaquia) - Pszczyna (Polonia)
316 kms


Iba despacito, disfrutando de la mañana. A la salida de una curva cualquiera encuentro dos policías. Uno con el famoso trípode, otro con una piruleta gigante haciéndome gestos para que me detuviera. Lo hago. Me explica que circulaba a 66 kms/h y que al ser una población el límite está en 50 kms/h. Miro a los lados. De población aquello tiene poco. En vez de discutírselo le pregunto por las consecuencias. 50 €. Entonces recordé las enseñanzas de Miquel Silvestre, que algo se aprende de leer y beber birras con él. Le pregunto (a Miquel no, al policía de la piruleta) cómo puedo pagar “la multa” ya que no llevo dinero suficiente. Le enseño las pegatinas de mis maletas y le explico los países recorridos (y alguno que me invento) y como puede imaginar, después de todo eso, no tengo los 50 € requeridos. Como si tuviera algo que ver. Ofrezco pagar con tarjeta o ir a alguna oficina. Que negativo. Que lo veo chungo. Pone cara de quedarse pensando. Pongo cara de esperar. Él piensa. Yo espero. Sonriendo, claro, siempre sonriendo. Después de unos segundos que a mí se me hacían eternos, en los que empezaba a imaginarme deportado en Siberia o así, me da con la piruleta en el casco y me dice que me pire. Y lo hago.







Los Cárpatos son chulos pero esperaba otra cosa. Seguramente, si sigo hacia el este son montañas más elevadas, pero no me apetece. Tengo una cita mañana en Chequia y antes quiero pasar por algunos lugares.
Polonia me recibe con una tormenta. Una inmensa tormenta. Paro en el arcen, en lo alto de una loma y la veo llegar poco a poco, disfruto que me caiga encima y la veo alejarse.
Mola.












Me han recomendado las minas de sal de Wieliczka en Cracovia. Y yo casi siempre hago caso a las recomendaciones.
Hay que reconocer que son interesantes. Y enormes. Subterráneas. Hay  montado un sarao importante. Mucho turismo. Demasiado para mi gusto. No sé cómo pero me he apuntado a una excursión de un grupo en idioma extraño. Todos los japoneses de Japón están aquí. En cuanto tienen ocasión te estropean tu foto poniéndose delante de todo lo que se puede retratar. Como traiga yo la moto y la ponga delante ya veréis. Una japonesa se queda dormida, de pie, en una cola. Esto no lo había visto nunca.











Con algo de retraso me voy a ver el resto de la ciudad. Le he dedicado demasiado tiempo a las minas. Los polacos son simpáticos. En un semáforo se me para al lado un ciclista y me saluda en castellano. Me recomienda no circular por la zona B porque me pueden regalar una multa. Así que me voy por la zona A.
Cracovia es muy gris, pero me gustó mucho. Apunto que debo volver con más tiempo cuando tenga más tiempo y vuelva por aquí.








Llegué a última hora de un día gris. Sólo por ver los barracones desde fuera se me escapó una lágrima. La carga emocional del lugar es tremenda. La imaginación se dispara al ver las vías, afortunadamente en desuso.





La famosa entrada con el cruel mensaje, las medidas de seguridad, las fotos de los presos... eso fue lo que más me impresionó, las miradas de gente con nombre… altivas, desesperadas, desafiantes… miradas de gente viva... miradas de gente muerta... miradas...
Uno debe ir una vez en la vida a Auswitch, para que nunca se pierda la memoria de lo que no debió ocurrir.